Para algunos el café hay que tomarlo amargo. Para que tenga todo y sólo su sabor. El sabor que vuelve de dentro, trago a trago, y se paladea. Desde lo más hondo de uno mismo. Marcados por el éxito de nuestros quehaceres, un café alivia y corona "la disgregación de cada día, las horas largas y nuestras costumbres vanas". Tal vez, sea también nuestra vida. Esa que tú y yo sabemos y que te invito a desgranar aquí.
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Tienen miedo de hablar,llegan a tener tanto miedo del maltratador que se quedan algo paralizadas las víctimas del maltrato y no se atreven a denunciar el terror les paraliza para denunciar al maltratador.
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