Las pasiones dalinianas no tienen nada de «embarazosas», aunque a veces entren con vómito incluido en el escenario del ridículo. En los años madrileños, cuando aprendió a juerguear con sus colegas de la Residencia de Estudiantes, quedó abismalmente seducido por los sobacos de las «mujeres elegantes», y en su llegada «triunfal» a París se encaminó sin dilación a los burdeles para experimentar el hechizo de la exuberante decoración interior. El verdadero «Salvador» de la tradición pictórica no era tan perverso polimorfo como pretendía; en realidad su erotismo era fóbico y prefería desplegar su narcisismo para regodearse con su imagen «auto-castrante». El autor de El gran masturbador no parece que tuviera muchos deseos paternales. Al contrario: los hijos le parecían un destino putrefacto. Amanda Lear declaró en una entrevista que Dalí no tenía ninguna relación sexual porque era impotente. Decía que los genios no deben reproducirse: «¿Te imaginas al hijo de Miguel Ángel conduciendo un taxi?».
Creo que Salí puede ser considerado como un hombre raro o muy raro.
ResponderEliminarParece ser que la que pretendió ser hija suya,sacando los restos de Dalí de la sepultura para comprobar su ADN,tiene que pagar los gastos de semejante capricho porque decía que era hija de Dalí y el ADN,indicó que Dalí no era su padre y le ha dolido pagar los gastos en lo que para mí es un capricho de una señora.