Muchos jóvenes ignoran los verdaderos riesgos que se esconden detrás de las redes sociales, donde se relacionan abiertamente con desconocidos, que utilzan su poder de persuasión, para manipular a otros adolescentes. Sus víctimas suelen ser jovenes con problemas de adaptación. Los captan a través de chats. Como le ocurrió a la menor vasca, que empezó tonteando con un chico, y terminó formando parte de un macabro grupo que preparaba un suicidio colectivo. La perserva trama planeaba quitarse la vida a finales de año. Pero todo se adelantó cuando el inductor principal. El joven argentino de 17 años que había creado incluso perfiles falsos para dar la sensación de tener más seguidores. Decidió adelantarlo para que el suicidio coincidiese con la muerte de una amiga suya. El inductor animaba a sus miembros a autolesionarse haciéndoles una especie de chantaje.
Estos jóvenes siguen siendo incautos y presas fáciles para toda clase de populismos que nos arreglan la vida con poquito esfuerzo porque no se dan cuenta que son más sugestionables ante soluciones milagrosas y se creen elegidos para algo estupendo y es todo lo contrario.
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