Para algunos el café hay que tomarlo amargo. Para que tenga todo y sólo su sabor. El sabor que vuelve de dentro, trago a trago, y se paladea. Desde lo más hondo de uno mismo. Marcados por el éxito de nuestros quehaceres, un café alivia y corona "la disgregación de cada día, las horas largas y nuestras costumbres vanas". Tal vez, sea también nuestra vida. Esa que tú y yo sabemos y que te invito a desgranar aquí.
La que arrasa las iglesias rurales:"No van a dejar ni una.Todo el mundo sabe cuál será el siguiente robo,pero a nadie le importa.La gente no quiere saber nada de la Iglesia y le da igual que nos roben el patrimonio.Es muy triste pero no le veo solución.Al final no quedará una sola campana en las iglesias",se lamenta Javier Moreno,párroco de 55 templos en el Norte de Burgos.
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